sábado, 5 de mayo de 2018

TODOS LLEVAMOS UN LÍDER DENTRO


Es cierto que toda institución educativa debe estar dirigida por líder con habilidades diversas que le permitan hacer frente al desafío del contexto, pero también es cierto que a cada uno de los que conformamos la institución ejercemos cierto tipo de liderazgo desde el rol que nos toca asumir.  Sea manifiesto o sea en potencia el liderazgo es impulsado por diversas habilidades o capacidades, así como actitudes y valores que se han convertido en fortalezas y que nos identifican como persona y nos hacen diferente a los demás.  Huertas (2013) plantea que la persona al usar sus talentos y fortalezas en la actividad que realiza las disfruta, sin embargo, otras no, y pueden haber pasado toda una carrera sin haberlos descubiertos.  De ahí que planteo la siguiente tesis: ¿Cómo disfrutar de mis talentos y fortalezas en una gestión educativa?

Para dar respuesta a ello, asumo el papel de actor analizando mis propias fortalezas, poniendo como una de las más importantes la responsabilidad.  No hay gestión que no deba ser responsable desde sus cimientos.  La responsabilidad como una “condición relacional que involucra asumir un valor y un ser humano que acude a esa llamada” Manning, da Rios y Silva (2007, p.53).  Sin responsabilidad no se alcanzan las metas y los resultados, sin responsabilidad las cosas quedan a medias o simplemente no se hacen.  Pero junto a ella se hace necesario poner en práctica la creatividad como aquella “práctica de hacer algo diferente y mejor de como se ha hecho hasta ese momento” Bassat (s.f).  Gracias a la creatividad podemos plantear alternativas de solución y formas de trabajo diferente para alcanzar los objetivos institucionales de manera que todos seamos participes y beneficiados como institución.  Con la creatividad se logra simplificar el trabajo sin perder la eficiencia y la eficacia.

Siendo que los tiempos en las instituciones, empresas y personas es muy valioso, debemos saber administrarlo, por ello considero que la puntualidad se debe constituir en la fortaleza de todo individuo.  Ser puntual implica respeto a sí mismo y respeto a los tiempos de los demás que al igual que todos está comprometidos con un sinnúmero de actividades.  La puntualidad está atada al logro de metas y resultados, los condiciona, sin puntualidad lo logrado pierde valor y sentido.

Y aunque las fortalezas mencionadas están asociadas a las habilidades blandas considero que son el motor de toda acción y el complemento de otras fortalezas propias como la planificación, organización, diálogo, entre otras.

El poder utilizar las fortalezas y talentos desde el rol que nos toca asumir en nuestras instituciones nos permite estar en esa zona en la cual disfrutamos de los que hacemos, por lo tato ello va a redundar en la rapidez con que se hagan las tareas, la productividad y precisión y a permanecer por más tiempos en las funciones por el valor que se gana en el puesto de trabajo.

Disfrutar e cada una de mis fortalezas depende también del rol que nos plantean, muchas veces no coherente con nuestros talentos, lo que hace por otro lado que se desperdicie tiempo y personas en roles y tareas que pueden ser realizadas por otros.

Todo es cuestión de saber identificar los talentos de las personas para que aprendan a disfrutar de lo que hacen en el trabajo.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ü  Huertas, A. (2013).  El Crecimiento de un Líder.  Miami:  VIDA
Manning, Da Ríos y Salinas (2007).  Urge un Líder con Sentido Humano. México:  Pearson  

1 comentario:

FERNANDO CASUSOL dijo...

Ser líder es dar ejemplo en todo lo que hagamos. Buen tema.
Saludos